Soy Paula y tengo 27 años, me apunte a la aplicación Tinder para conocer a una persona que me llenase, me hiciera sentir y también para divertirme mientras mi chico ideal aprecia. La verdad es que no necesitaba algo así para conocer a alguien. Siempre he atraído a los hombres por mí misma. Ya fuera en discotecas, playa, conciertos y en el trabajo también. Leer más...
Mi amiga Eva me dijo que era mejor ver al chico y saber de él más cosas antes de quedar en persona. La variedad hay tantos perfiles de hombres que bueno parecía la solución ideal.
El primer cambio que experimente fue que, desde las primeras semanas la cantidad de contactos que recibía era, bueno muchos. No estaba acostumbrada a tanta atención. Normalmente recibía intentos 2 ó 3 veces por semana, ahora con la aplicación recibía hasta 10 intentos al día a veces más. Al principio estaba eufórica y bueno alucinaba. No podía responder a todos los que me gustaban, no estaría haciendo otra cosa todo el día.
Ahora los contactos por fuera de Tinder ya no eran igual, no sabía nada de esos chicos y eso me hacía sentir algo más insegura. El cambio fue muy rápido, me acostumbré a tener información previa y eso me gustaba. Me parecía imprescindible. En las discotecas y terrazas buscaba en la aplicación en mi entorno inmediato a ver quién podía haber cerca.
Cuando tras un tiempo de chatear con chicos, comencé a tener citas, la verdad es que al principio iba con más ilusión y me sentía segura. Claro que las decepciones también fueron rápidas y contundentes. Conocía a un chico por la aplicación, chateabamos, quedábamos y ya fuera en la primera o en la tercera cita todo se venía abajo. La verdad es que era lo mismo que con los que conocía antes. Solo que antes me llevaba una decepción al mes y ahora me llevaba una decepción a la semana.
Tras un tiempo comencé a espaciar las citas y a sentirme desilusionada. Por un lado estaba el subidón de la atención que me prestaban y por otro el miedo a la decepción que inevitablemente acabaría produciéndose. Entre en una situación de apatía y cansancio, me decía se acabó esto de Tinder desinstale la aplicación dos veces. Al cabo de un tiempo volvía a necesitar la atención que recibía con la aplicación. Y vuelta otra vez a la rueda.
En una de mis citas de Tinder conocí a quien pensé que era él si sí, ÉL Ya sabes cuándo sientes que está ahí frente a ti y lo tiene todo. Era genial y sus defectos son graciosos. Sentía y me sentía viva y feliz. Todo marchaba como un reloj y estaba ilusionada como una adolescente. Mis conversaciones eran sobre él y bueno que más puedo decir. Javier era mi príncipe azul.
Todo fue bien unos meses y luego la relación se vino abajo y creí que el mundo se hundía bajo mis pies. El dolor en el estómago y sentía como si me arrancasen algo en carne viva. No paraba de llorar y de hacer cosas estúpidas. Hasta di un espectáculo ante sus amistades. Si has pasado por ahí lo sabes bien. Todo me salía mal, que pasaba para que fuera de fracaso en fracaso.
Un día estaba “por casualidad” muy cerca de su casa y estaba en el coche como mirando mi móvil. Unos golpecitos en la ventanilla hicieron que me diera un vuelco el corazón. Pensé que era Javier, que me había pillado allí cerca de su casa. Pero no, era Sandra una amiga que me presento un día que cenamos con otras parejas en su casa. Me miro me sonrió amablemente y no hicieron falta palabras. Me dijo que la acompañara a tomar algo en una pastelería cercana. Acepte aunque nerviosa, tratando de controlarme, saber algo de Javier y buscar alguna excusa.
Sandra es muy guapa y elegante, de maneras cuidadas, recuerdo verla feliz con su pareja en aquella cena. Su chico se le veía seguro y muy atento a ella, más que Javier conmigo. Frente a un té y un dulce, fue muy directa y me dijo que ella había sufrido mucho por un chico tras 3 años de relación y que nada parecía ayudar. Que aunque tenía otros pretendientes era su Príncipe el que importaba y nada la consolaba. Hasta que por medio de una amiga de su niñez le recomendó a una persona especial. Esa persona cambió la forma en que veía las cosas.
Me dijo: Tienes que ver a Franz, veras a los hombres de otra manera. Te verás a ti misma de otra manera y hasta la forma en que te enfrentas a la vida será diferente. Yo lo hice y mi vida es otra, soy feliz y conozco la fuente de mi felicidad y ahora te doy a ti la oportunidad de conocerle y cambiar por lo que estás pasando. Quieres hacerlo y sabes que debes dejar atrás todo lo que te ha llevado a situaciones bueno ya sabes. La verdad es que hablamos bastante de cómo le había cambiado la vida tras seguir los consejos de Franz.
Le hice caso y me puse en sus manos. No podía ni imaginar la felicidad que me esperaba y la perspectiva que hoy tengo de la vida. Lo importante que quiero transmitirte es que si quieres alcanzar lo que necesitas y eso es más importante que lo que deseas, debes hablar con Franz. Si acepta ayudarte y te comprometes, las cosas te irán como deben. Por fin entenderás y vivirás, con suerte podrás transmitir a otras personas la oportunidad que me fue dada.
La imagen que tenía de la mujer, tiene mucho que ver con la educación que he recibido de mis padres, centros educativos y la televisión. Delicadas florecillas que deben ser tratadas con mimo y cuidado no se vayan a marchitar. Atender todas sus demandas y estar pendiente de que no se enfaden por nada. Leer más...
Cuando empezaron a ejercer atracción sobre mí, comenzaron mis problemas. Quería acercarme y lo hacía educadamente, pero sus comportamientos hacia mí eran de rechazo y a veces de burla. Aquello me contrariaba y no lo entendía. ¿Que estoy haciendo mal? ¿Soy feo, mi ropa no es adecuada, He dicho algo que no debía?
Durante años, únicamente tuve relación con mujeres a las que yo debía de gustarles y por eso me aceptaban. No sabía qué hacía mal, lo que les decía a las que me gustaban de verdad no funcionaba y con las que se acercaban ellas a mí sí. Y esto les pasaba a todos mis amigos del barrio, la universidad y el trabajo. Prestaba a tención a lo que decían y se las oía preguntar qué ¿dónde están los hombres de verdad?
La mayoría de los hombres que conozco se han casado con mujeres que les concedieron la gracia de aceptarles a su lado. Luego de un tiempo todos están con cierto grado de frustración por no haberse casado con la mujer que realmente les gustaba. Y sus mujeres les tratan de una forma que les hace sentir como algo que usan y condicionan. Se sienten fatal. Unos acaban aceptando su situación y otros acaban divorciados por iniciativa de cualquiera de los dos.
Mi amigo y compañero de trabajo Carlos, a los 35 ya estaba divorciado y con una hija y Yo con 34 seguía soltero y alterado por no haber encontrado a una mujer. Quería realmente dar el paso y casarme. Hablábamos y pensábamos en como lo hacen los triunfadores con las mujeres. Es por el dinero o por la fama si no, no se entiende. Nosotros somos más atractivos que algunos de ellos y sin embargo estamos a jugar al parchís. Agitamos el cubilete, nos comemos una y contamos veinte.
Trabajábamos, íbamos al gimnasio y salíamos de copas juntos. Ya parecíamos pareja. En las vacaciones de Semana Santa de 2009, en un restaurante de Marbella, vimos a Emilio, un ex compañero de trabajo. Acompañado de una chica cañón. Estábamos, que no dábamos crédito a lo que veíamos. Sonrisas, caricias en la mano, tobillos en contacto los gestos de ella eran pura sensualidad. ¿Qué leches, que suerte tiene, como está la niña? ¿Si este tío era como nosotros, que ha pasado? Tan pronto como ella se fue al baño nos acercamos a saludarle para no parecer idiotas. Le preguntamos si nos veríamos para beber un a cerveza y quedamos para la mañana siguiente en una terraza de Puerto Banús. No le dijimos ni una palabra sobre ella.
A la mañana siguiente tras las bobadas de rigor y contarnos nuestras vidas desde que dejó la empresa, ya no aguantaba más y le pregunté por su acompañante de ayer. Nos dijo que era su esposa, que se llama Graciela y que tienen un hijo de tres años. No sabíamos que pensar, ayer parecían dos tortolitos, casados, con heredero y felices. Le dimos la enhorabuena y le preguntamos medio en broma medio en serio, si tenía amigas hechas en la misma fabrica. Porque nosotros estábamos en la misma cofradía en la que él solía estar y seguíamos dando los mismos tumbos.
Claro que tiene amigas que están de muy buen ver nos dijo, no obstante no os las puedo presentar. No sabríais que hacer con ellas. Carlos le llamo imbécil directamente y yo estaba con cara de idiota. Nos íbamos a marchar, cuando nos dijo que nos sentáramos y que le escucháramos un minuto. Le dije que si nos iba insultar otra vez aquello no acabaría bien. Nos dijo, os presentaré a dos chicas impresionantes, educadas y divertidas dentro de tres meses. Todo lo que tenéis que hacer es ver a una persona que conozco y tras verle me contáis que tal os ha ido. Lo prometo. Si lo hacéis y aprendéis algo os las presentaré.
Bueno, a mí me gustan los retos y la posibilidad de conocer a dos bombones…. pero a Carlos no le mola nada que alguien le condicione así. Le preguntó de qué iba esa historia. Nos contó lo patética y lamentable que era su vida y sus relaciones antes de conocer a Franz. Nos sonó muy familiar lo que nos contaba la verdad. Nos dijo más. Desde que fui a verle y cambié mi forma de ver las cosas mi mundo ya no es el mismo, he podido elegir. No solo mi trabajo y mi puesto, sino que también a mi esposa. Id a verle. Tenéis todo que ganar.
Nunca se lo agradeceré lo bastante. Fuimos a ver a Franz, lo vimos y seguimos viéndole de vez en cuando. No tuvimos necesidad de que Emilio nos presentara a las amigas de su mujer. Mi vida ha dado un vuelco a mejor como no puedo casi creer mirando atrás. Tengo una esposa maravillosa, y la relación es mejor de lo que soñé. Ver el brillo de la alegría en sus ojos cuando nos miramos o hacemos cosas juntos, vale más que todo el oro del mundo. Y en cuanto a Franz que puedo decirte, Si estás preparado, si te acepta y si te comprometes contigo mismo ya lo verás. Entiendes muchas cosas que son evidentes pero que no las ves normalmente. Ojalá que tú también veas y vivas la felicidad que yo conozco.
En Mayo de 2012 estuve hospitalizada por una cosa de importancia y veía las cosas muy diferentes de como las veo ahora. No conseguía nadie de mi familia, ni amistades animarme o hacerme sonreír sin un esfuerzo. Mi sobrino Tito me dio un golpe. Le pregunte ¿Cómo me ves? y me dijo que salvo por que estaba en la cama me veía igual. Leer más...
Le pregunte a que te refieres con ¿igual? Y me dijo. “Pocas veces sonríes, mama dice que es por siempre hay problemas y eso te afecta así”. Era verdad, me tomaba muy en serio las dificultades de la vida y las cosas que la gente dice. De todas formas, ahora ya no tenía mucha importancia, estaba en el hospital y ya veríamos como acababa aquello. No tenía muchas esperanzas. Estaba como siempre muy preocupada.
Me visitaba un psicólogo del hospital, porque no veían en mí ganas de vivir o de recuperarme. Todo me daba igual, respondía a sus preguntas con monosílabos y reconozco que tuvo que ser muy frustrante para él tratar conmigo. Del psicólogo pasaron al psiquiatra y con él llegaron las pastillas, pastillas que por cierto casi no tomaba como me decían. Pues sí, no me iban a drogar mientras se apagaba mi triste vida. Tampoco me ayudó, además de que yo no ponía de mi parte. Realmente ahora veo que de una forma retorcida creo que era importante para mí sentirme mal.
Los martes y viernes trabajaba Miguel un médico que irradiaba optimismo aunque no a mí. Apiadado de verme con mis nubarrones permanentes en la habitación, le pidió a Franz que me viera en la hora de visita. Entro en la habitación y me lo presentó, Era un tipo de 1,80 constitución fuerte, sonriente y seguro de sí mismo como un actor de Hollywood. Me miró, me sonrió y me dijo. “Cuando salgas de aquí ven a verme y sabrás que puedes hacer para cambiar la vida muchas personas”. Y se fue, se fue sin más.
Estaba fuera de mis casillas al principio. Que arrogante pensé. Le pregunté a Miguel quien era aquel tipo y porque había venido y quien se creía que era. Me dijo. “Es alguien a quien si tú quieres, le cuentas las cosas que tienes dentro y si te dejas ayudar cambiara tu vida como cambió la mía y lo entenderás”. No pensaba hacerlo, claro que no, con lo bien que me sentía con mis lamentos sombríos, pero aquella noche soñé con él y en mi sueño me decía. “Tu vida hasta ahora, es una pérdida para el mundo, una preocupación constante para los demás y vas a hacer algo para cambiarla”.
Me recuperé de mi enfermedad y le visité. Aunque desconfiaba un poco, decidí que me abriría y vería que pasa. Empecé a contarle… y bueno yo no podía parar de hablar. Al poco tiempo me di cuenta. Las semanas que has pasado en el hospital, no son nada comparado con lo que has vivido durante años de tu vida sin saberlo. Se habían hecho tan familiares las sensaciones de estrés, preocupación y tristeza, que no sabía vivir de otra manera. Ahora tengo una sensación muy distinta. Gracias es todo lo que me sale decir. Visítale y que todo sea como está destinado a ser.
Llegue Madrid en 2008. A pesar de mi carrera de abogada no tenía nada y vivía en una habitación en un piso compartido. Conseguí trabajo en unos grandes almacenes, de dependienta y estuve cambiando de trabajo cada pocos meses. Tras tener a una famosa monitora de Coaching para triunfar en la vida, También yo me hice el curso de Coaching para auto ayudarme y ayudar a otros. Leer más...
Al final gracias al novio de la hermana de mi chico, (je je), por fin llegó mi oportunidad, me contrataron en un bufete, de los que una sueña cuando tiene las ilusiones de una jovencita empezando la carrera. Tenía un chico estupendo y me apoyó en mi trabajo aunque el suyo no era tan bien pagado.
En el trabajo sin embargo las cosas no eran nada fáciles, aunque me mostraba super segura ante los demás. Sentía por dentro que en cualquier momento se iban a dar cuenta de que no estaba a la altura. Exigían más de lo que yo creía que podía dar, muchas horas y yo no tenía tantos conocimientos como la gente que estaba allí. Había mucha competencia entre compañeros por llevar los casos, me llegaban las tortas por todas partes: clientes que otros no querían y jefes que me miraban con lupa lo que hacía. Casi no veía a mi chico y esto afectaba a nuestra relación. Estaba en un estado de ¡Quiero gritar y romper cosas! Tras una metedura de pata con un cliente. Uno de mis jefes Pedro, me llamó a su despacho, temí lo peor.
Empecé a decir que reconocía mi error, que no se volvería repetir, que puedo dar más de mi misma y superarme y que si hacía falta me quedaría hasta la hora que fuese para hacerlo mejor. Pedro me dijo. “Estoy seguro de que se repetirá, sé que puedes dar más de ti misma pero a qué precio y no creo que quedarte a dormir en la oficina vaya a hacerte más sabia o mejor abogada”. Pensé ahora sí, se acabó, estoy rebozada, frita y lista ser servida en una fuente a los leones. ¿Quieren que deje el trabajo? Pregunté mientras me levantaba del asiento, pensando que conocía la respuesta. Me dijo. “Siéntate, quiero que te quedes, quiero que seas la mejor abogada que puedas ser y que tengas tiempo para los que quieres. Veo tu esfuerzo, dedicación y como a veces sufres por injusticias o clientes que tienen mal carácter. También veo tu disposición a sacrificarlo todo por tu carrera y aunque lo valoro, eso no te ayudará de verdad. Debes buscar en ti misma con alguien que te guie en la forma de sentir tu camino”. Pensé, si supiera de mi experiencia con el coaching… Pero no era nada de eso.
Me habló de una persona especial, con un Don natural. Alguien a quien si te abres, algo cambia en tu interior y en la forma en que sientes lo que te rodea. “Me ayudo a mí y si tú quieres y él te acepta te ayudará” me dijo. La generosidad de mi jefe y su comprensión me sorprendieron. Me decidí, contacté con él y me acepto. Tras un tiempo viéndole, dejas atrás esa mezcla de inseguridad y preocupación por las incertidumbres. La serenidad te llena, ves a las personas y lo que hacen de una forma diferente. También ves los objetivos de la vida de una forma distinta. Espero poder seguir contando con su ayuda y que otras personas también puedan experimentar el cambio y la alegría que hoy disfruto.
Siempre desde niña, quería tener un marido atento y bien empleado, hijos guapos, una casa bonita y perros. Cuidaría de la casa, del jardín y de un huerto. Enseñaría a nuestros hijos a leer y escribir, a ayudar a los demás y respetar las opiniones de otros. Haría todas las cosas que hace una mujer de familia. Leer más...
Mi matrimonio sería perfecto mi marido me querría siempre y envejeceríamos juntos viendo crecer a nuestros hijos y triunfando ellos también. Sería inmensamente feliz.
Un día tras 7 años de matrimonio y muchos baños de realidad, estaba leyendo en casa de mis padres mi antiguo diario con mis sueños de 17 años y pensé. ¿Se podía ser más tonta e idiota que yo? Todo eso que soñaba no existe para nadie, no conocía a nadie que tenga esa vida ni nada que se le parezca. Y cuando alguna amiga o conocida hablaba de lo bien que le va esto o lo otro pensaba. Seguro que tu marido te engaña y no tienes ni idea, ¿será tonta, o piensa que los que la escuchamos lo somos? Me entregaba con otras mujeres a la crítica destructiva de otras personas que nos hacía sentir menos… Bueno seguro que algunas sabéis de lo que hablo. Vamos que era una joyita yo así como la mayoría de la gente con la que me relacionaba.
Un día, estando en una de nuestras sesiones de despiece en una cafetería del barrio, nos escuchó sin darnos cuenta una vecina que estaba siendo víctima de nuestras críticas. Sara era doña perfecta, lo más parecido a mi sueño de adolescente ñoña. Tenía 37 años, dos niños y siempre bien vestida y peripuesta. Iba por la calle los domingos camino de la Iglesia con su marido DE LA MANO. Tenían un cochazo y se les veía felices. Cuando hablábamos con ella en la puerta del colegio de los niños o en la piscina jamás hablaba mal de nadie ni se le conocía ningún problema. ¿Cómo nos gustaba ponerla verde?
Se volvió hacía nosotras con mirada tranquila y con voz calmada nos dijo. “Mientras os escuchaba sin querer porque habláis bastante alto, captó mi atención como ha cambiado mi vida. Hace unos años tenía un círculo como el vuestro. Criticábamos sin saber e imaginábamos lo peor de otros para sentirnos mejor con nuestras vidas. Afortunadamente aquello pasó. Me siento muy bien conmigo misma y con lo que me rodea. He vuelto a soñar y a disfrutar de la vida. Ojalá podáis vosotras superarlo también. Que tengáis buen día”. Y se marchó. No dijimos ni una palabra durante unos segundos, nos miramos y una de mis compis dijo ¿Jo que corte no? Seguimos a lo nuestro como si nada hubiera pasado.
Si había pasado algo, al menos para mí. Esa noche con los niños en la cama, delante de la tele mientras Carlos mi marido veía una tertulia política, mi mente pensaba en lo que había dicho Sara. Apague la tele y le dije a mi marido “Carlos tenemos que hablar, tengo que contarte algo” Sus ojos se abrieron como platos y tenía cierta expresión de sorpresa/terror en la cara. Ya sabéis cómo se ponen cuando les dices algo así. Hice algo que normalmente las mujeres no hacemos. Le conté el embarazoso episodio a mi marido. ¿Crees que soy una bruja? ¿Hay gente realmente con una vida alegre y feliz? Carlos me escucho durante un largo rato sin decir nada. Pensé que estaría buscando como salir de aquella situación e insistí. ¿Di algo no? Lo que me dijo no me lo esperaba. “Habla con ella, discúlpate y si crees que es mejor ser como ella y antes ella se veía como tú, a lo mejor te entiendes con ella o yo que sé”. No digas tonterías le dije. ¿Cómo voy a hablar con ella después de lo que ha pasado? Ahí se acabó nuestra conversación, él ya había dado su receta y la medicina a mí no me gustaba. Me fui a la cama y lo deje frente a la tele.
A la mañana siguiente, después de dejar a los niños en el colegio. Caminando a casa me encontré delante del edificio donde vive Sara. Me miré en el reflejo del cristal del portal y pensé o lo haces o vete de aquí cuanto antes. Y lo hice. Llamé a su timbre, el corazón me iba a mil. Me quería marchar, me iba a ir pero su voz sonó en el altavoz y preguntó ¿Quién es? Una vecina de Sara salía del portal y no podía callarme y marcharme, así que le dije, Soy Nadia, quiero hablar contigo. Se hizo un silencio por tres segundos que a mí me parecieron tres minutos y dijo ¿Nadia? bien sube. Entré en el portal y luego en el ascensor. Pensaba ¿Que estás haciendo estás loca o qué? Ya no había vuelta atrás iba a llegar a su planta y allí no sabía que pasaría. Me seque el sudor de las manos en el pantalón, salí del ascensor y ahí estaba ella, con cara tranquila y amable a pesar de todo. Me dijo, entra.
Me preguntó si quería un café o algo. Le dije que solo había venido a disculparme y que debía pensar que soy una mala persona. Me invito al salón, nos sentamos y me pregunto ¿Que me había hecho venir? Le conté lo frustrada que estaba con mi vida y lo de la noche anterior con Carlos. Se levantó, me cogió de la mano y me llevo ante una foto donde estaba con un hombre al lado de ella y con otras personas en lo que parecía una recepción, una fiesta o algo así y me dijo. “Ves a este hombre”. Si, “intenta verle” me dijo.
Me contó: “Yo era una mujer muy orgullosa y perfeccionista todo el mundo hacía las cosas mal salvo yo y si no hacían las cosas como yo les decía, pensaba que eran estúpidos que no sabían nada. Mi marido me lo presento en un encuentro de medicina y otras disciplinas humanísticas. Le oí hablar en el encuentro y me pareció fascinante. Luego en el coctel, su trato y amabilidad me cautivo, le pedí verle y aunque tardo un mes en recibirme, ya no he podido dejar de tenerle como algo enriquecedor en mi vida. Quienes me conocen dicen que he cambiado y lo mejor es que creo que puedo contribuir a cambiar la vida de otros”. Me dijo. “Contacta con él, si estas preparada para cambiar y si él tiene hueco para recibirte, tu vida puede dar un vuelco como ahora no te imaginas. La mía lo hizo. Mira tú has venido hoy aquí a mi casa después de un incidente desagradable. Yo tengo la oportunidad de favorecerte y tú de ser feliz”.
Y lo hice, tuve suerte de que me recibiera y poder verle regularmente. ¿Qué puedo decir más? Creo que es la única persona que realmente sabe cómo soy. Me gustaría que otras personas también tengan la oportunidad de cambiar sus vidas a la felicidad y la ilusión que hoy impulsan mi vida. Los sueños han vuelto, al fin al cabo soy como soy. Nunca deje de ser una mujer con un corazón soñador, solo que lo olvidé por un tiempo. Hago lo posible por influir positivamente en los demás, he cambiado de amistades y con mi marido por la noche vemos bastante menos la Tele...
Nací y he vivido toda mi vida en Barcelona, mis padres son católicos practicantes, tuve una educación acorde y eso forma parte de quien soy. A los 18 años fui de viaje de fin de curso en verano a Galicia. Jamás había estado, ni tenía familia allí. Fuimos a misa el primer domingo y un joven cura dio una charla sobre las personas que iban a consultar a una vidente que vivía al lado de la farmacia. Leer más...
Me llamó la atención que no decía que fuera una falsa o que engañara a la gente si no que no se debía acudir a esas cosas.
En la piscina municipal al día siguiente estaba con dos amigas y se nos acercaron dos chicos para hablar/ ligar con nosotras. Tenían mucho acento gallego y eran de aquel pueblo. Tras charlar un rato me atreví a preguntar por la vidente. Se sorprendieron de que supiera de ella. El más joven dijo que él no iba, ni quería pasar por esa calle y el más mayor me dijo que me diría donde vive y me acompañaría a verla pero que él no entraba. Acepté y más tarde después de almorzar nos vimos y fuimos a verla.
Estaba excitada y nerviosa de hacer algo que por un lado no creía y por otro tenía mucha curiosidad. El chico se quedó en la puerta, yo entré apartando una especie de cortina de tiras de plástico. Hizo ruido curioso al chocar con la puerta de metal. Nos cruzamos en el pasillo, era una mujer muy mayor y arrugada pero no parecía una bruja. Tenía los ojos muy claros, el pelo muy blanco y una expresión de calma. Llevaba un pañuelo en la cabeza, negro como el resto de su ropa. Hablo en gallego y aunque me pareció entender lo que decía, le dije que no comprendía. Hablaba mal el castellano, preguntó mi nombre y de donde era. Como había sabido de ella y porque había venido a verla. Nos sentamos en un banco de granito en el huerto que había detrás de su casa. Agarró mis manos, cerró los ojos, dijo algunas palabras que no entendí, como una oración y comenzó a hablarme.
Las cosas que me dijo de mi pasado, no supe que eran verdad hasta que pregunté a mi madre. Entre otras cosas me dijo que mi hermana era adoptada y yo no lo sabía. Sobre mi presente de entonces mis padres pasaban por un problema que me afectaba y ella no tenía forma de saberlo. Ni si quiera mis padres sabían que yo sabía de su problema. Sobre mi futuro fue alucinante, me dio pelos y señales de cosas que me pasarían y que efectivamente acabaron pasando. Aquella experiencia fue radical, me ayudó en algunos aspectos pero no fue tan positiva en otros. De vuelta en Barcelona no me volví a preocupar de mi futuro hasta algunas de las cosas que me había dicho se cumplieron.
Cuando empezaron los problemas de la vida y ya no eres tan joven, quise buscar consejo en ella. Fui a Galicia a verla pero había muerto y no había a quien acudir. Volví a mi ciudad y comencé a visitar supuestas videntes, astrólogos y adivinas del tarot y la baraja española. Buscando a alguna verdadera vidente, me dejé mucho dinero en mis ilusiones por saber el futuro e intentar cambiar lo negativo que supuestamente me amenazaba. Era mi secreto, distraía dinero por la ansiedad del mañana y sus incertidumbres. Estaba convencida, hay videntes de verdad, ¿Tengo que encontrar una que me ayude? ¿Si no que haré?, puedo perder a mi marido, ¿cómo sabré que hacer con mi hijo? Volví a aquel pueblo de Galicia y me fui a la tumba de la vidente a preguntarle. ¡A pesar de que estaba muerta!
Llovía con unas gotas finas y frías, había un olor a hierba mojada. El repiqueteo en mi pequeño paraguas frente a la tumba de la vidente, no me dejó oír a un hombre que se acercó a mí y me pregunto si era familia mía. No le dije, me volví y era el cura del sermón. Lo recordé y me eché a llorar. El hombre me dijo que le acompañara y me llevó a la pequeña ermita del cementerio. Allí me ofreció consuelo por una difunta que ya no estaba entre nosotros. Pero le dije “padre no lloro por ella, lloro por mí”. Le hable de mi educación católica, le conté todo lo que me había pasado con la vidente y mi cuestionable búsqueda de respuestas. Tras escucharme me dijo que no era la primera vez que escuchaba algo parecido y veía a alguien como yo.
Te falta la Fe y algo más. La Fe se encuentra rezando y Dios provee todo lo necesario. Cuando estaba residiendo en una bonita y prospera parroquia de Madrid, tenía un feligrés que me habló de Franz, una persona que le había ayudado a recuperar su vida después de algo como lo que te pasa a ti. La ayuda de este hombre incrementó su Fe, mi feligrés, era un hombre muy cabal y tranquilo pero no siempre fue así. Un día me pidió que le acompañara a conocerle y tras lo que me había contado, acepte encantado y con curiosidad. Cuando lo conocí, me encontré con una persona amable y cercana. Hablamos un rato y me di cuenta de porque ayuda a la gente. Te daré su contacto e intenta verle, creo que te ayudará. Pon de tu parte y no te olvides de rezar. Con la ayuda de Dios todo es posible.
Cuando conocí a Franz. Al principio tuve precaución al fin y al cabo venia en mi vida de buscar “Ayudas”. No obstante poco a poco te vas dando cuenta de que todo está en ti para los demás. Con el tiempo voy a ver a mi amigo Franz y me siento con una gran paz. El futuro es irrelevante para mí ahora y he aprendido muchas otras cosas de mi misma. Ahora solo voy a compartir y llenarme de la energía que se crea entre nosotros. Como me dijo el cura de aquel pueblo de Galicia, con la ayuda de Dios y la medicina adecuada todo se cura.
Un día le dije “Me gustaría ver la vida como mi hija, disfrutar y reír”. Rápidamente se dio cuenta de mi preocupación y me preguntó que me pasaba, le expliqué como me sentía abatida por las incertidumbres de algunos aspectos de mi vida. Esos problemas también formaban parte de las razones por la que estaba sola con mi hija de visita. Leer más...
Mi tía Sofía es una mujer a la que admiro, tiene una sensibilidad e inteligencia alucinantes. Diplomática de carrera, ha viajado por muchos países, ha conocido a muchas personas importantes y tiene una experiencia vital envidiable. Yo estaba de visita con mi hija en su casa del sur de Francia. Me gusta ir allí en verano, la temperatura es muy agradable, la comida fantástica y en el pueblecito donde está, no hay peligros para mí niña, corre y juega por las calles con otros niños alegre y feliz.
Un día le dije “Me gustaría ver la vida como mi hija, disfrutar y reír”. Rápidamente se dio cuenta de mi preocupación y me preguntó que me pasaba, le expliqué como me sentía abatida por las incertidumbres de algunos aspectos de mi vida. Esos problemas también formaban parte de las razones por la que estaba sola con mi hija de visita.
Mi Tía Sofía, me contó que ella no siempre había tenido lo mejor a su alrededor. La experiencia llega de la mano de situaciones difíciles. No obstante, también llegan cosas o personas que nos ayudan a superar las cuestas que nos cansan en nuestro caminar. “En uno de mis destinos en Europa, conocí a una persona que ha tenido un papel muy importante en la persona que soy hoy”. “Lara cariño mío” me dijo. Debes conocer a esa persona, tiene una habilidad especial. Ha influido muy positivamente en mí y en mucha gente. “Cambiaras la forma en que ves las cosas para mejor. Vas, te entregas y los cambios empiezan poco a poco. Cuando te quieres dar cuenta ya estarás disfrutando de todo lo bueno que la vida te ofrece”.
¿Que es lo que hace?, ¿Es un psiquiatra? Porque a veces pienso que necesito uno. Pregunté. No que yo sepa, pero lo que te sucede a medida que vas viéndole, es muy curioso. Es como si tus piezas clave, fueran encajando en su sitio. Al final solo necesitas verle de vez en cuando para completar un poco más la imagen del puzle. Pide una cita a ver si puede recibirte.
Como rechazar el consejo de alguien como ella, si había sido bueno para ella, ¿porque no lo iba a ser para mí? Me decidí. Cuando lo conocí, me esperaba alguien serio y distante, pero no, es amable y sientes toda su atención. Con él te sientes segura y con confianza. Dejas de esconder aquello que temes y llenas tus zonas oscuras de luz. Le pregunté si todo sería como me habían dicho. Me dijo. Será como desees.
Es una experiencia increíble poder contar con una persona así. Quieres visitarle cada vez que puedes. Te cambia a mejor y siempre deseas verle y hablar con él. Sales serena y esperanzada.
Solo puedo decir Gracias.
Ser Gay, ¿es guay verdad? Lo vemos en la tele cada día. Presentadores famosos millonarios, personajes cool de series y películas españolas y americanas. Tienen seguridad en sí mismos, siempre tienen consejos apropiados, saben comportarse y jamás hacen el mal. Si meten la pata, lo reconocen, se disculpan, se reconcilian, se abrazan y todo es muy guay. Pues no. La realidad dista muchísimo de ser como nos muestran. Leer más...
Cuando era muy joven en el barrio de la pequeña ciudad donde crecí era el sarasa. Jugaba con los “juguetes equivocados” y con niñas en vez de con niños. Mis padres discutían por mi culpa. La gente del barrio, los mayores me miraban y murmuraban, los jóvenes me insultaban. Aquel no era mi sitio. En mi despertar se me acercaron personas bastante más mayores que yo y que me “instruyeron en mi condición”, podéis imaginar a que me refiero, uno de mis nuevos “amigos” de mi edad me aconsejo donde ir e huir del ambiente que me rodeaba. No me decidía, que voy a hacer en Madrid, no conozco la ciudad ni a nadie. Aquí están mis padres que me toleran y la gente que conozco.
Un viernes por la noche todo cambió. Había estado en un coche con mi amigo de entonces. Era cuarentón, estaba casado y con hijos pero era de los nuestros. Me dejo como siempre a unas manzanas de mi casa por discreción. Al lado de mi bloque había un parquecito y allí el hijo mayor de este hombre con dos amigos me dieron una paliza de espanto. Me gritaban y todo el bloque vio y oyó lo que me pasó, nadie hizo nada. Estuve en el hospital un tiempo, mi madre vino cada día y algunas noches se quedaba conmigo y lloraba. Solo uno de mis amigos vino, los demás no y tampoco el cuarentón. Cuando volví a casa. Mi padre estaba muy serio y mi madre triste. Tardé algún tiempo en salir de casa y cuando salía tenía miedo. En casa la situación era fatal, comíamos en silencio y a veces cuando intentaba bromear, se podía cortar el aire con un cuchillo.
El 25 de junio de 1999 me fui de casa, no podía más. Preparé mi ropa, saque el dinero de mi cuenta de la Caja Rural y tome un autobús de línea a la capital y de allí a Madrid. Cuando vi desde la carretera la silueta de los edificios me dio un vuelco el corazón, la libertad pensé. Atravesando la ciudad sentí, su vida, su energía. Si sí, directo a Chueca. Allí flipé, se me abrieron los ojos como platos ¡hombres de la mano, bares y tiendas con estilazo, carteles de espectáculos gay, banderas arcoíris en tiendas y balcones. Las miradas, las miradas que miradas uf. Había llegado al paraíso. El 28 de junio fue increíble “Día del orgullo Gay. “ Era todo increíble y fui feliz como nunca lo había sido antes.
Diez años después, había vivido un mundo que solo quien está dentro puede comprender. Los problemas de pareja, de celos en el trabajo y entre amistades, se manifiestan con una crueldad y descaro que en las relaciones de los que no son como nosotros no se pueden ni imaginar. Con las emociones a flor de piel, no hay compasión, solo brutalidad disfrazada de educación. Se machaca al prójimo sin miramientos. Se pisa para no ser pisado. Eso sí, cuando un hetero se entromete en nuestras ambiciones, nos unimos contra el enemigo común. Jamás me ha faltado trabajo y casi no conozco a gais en paro. Pero en lo personal es todo muy muy duro.
Me faltaban las fuerzas, esa mezcla de seguridad y emotividad que hay que mantener a raya y en su sitio en cada momento me pasaban factura. Y mi comportamiento, ni yo lo entendía. Bebía y tomaba otras cosas para estar por encima de mi conciencia. Un día, un feliz día, La madre de Marcos mi pareja tras oírme sereno y hablando a tumba abierta me dijo. “En realidad deberías hablar con alguien que entienda lo que te pasa y te ayude a ser la persona que eres realmente”. Lo primero que pregunte, lo primero fue, ¿Es Gay? Me miró con ojos de cariño. Me dijo “¿Porque tiene que ser Gay? No me daba cuenta de hasta qué punto, Yo no era Yo como persona. Ni mi mundo, era el de, el resto de la gente. Mi perspectiva estaba muy condicionada.
Lo que hace Franz, es inexplicable para mí. Tú ser se deshace de todo lo que te pesa y te lastra para volar y ver todo desde arriba, con perspectiva. Me contó cómo había cambiado la forma de verse a sí misma y a los demás, así como su forma de relacionarse con ellos. Me dijo como contactar. Pedí verle y pesar de que no fue fácil, tras esperar un tiempo me recibió. Desde entonces voy a verle cada vez que puedo. Mi condición, ya no es determinante para interpretar el mundo que me rodea y mi relación con los demás. Soy mucho más feliz, tengo una serenidad y equilibrio que nunca antes tuve. Ahora puedo ver claramente la influencia que tiene mi vida sobre quienes me rodean.
Fui educado en la responsabilidad y el trabajo duro, todo tiene que ser lógico, estar en su sitio y encajar en su lugar correcto. Me parecía increíble que hubiera personas caóticas o desordenadas. Era una falta de respeto que mis empleados perdieran el tiempo de trabajo charlando o comentando chismes. ¿Cómo podían?. Leer más...
Yo, su jefe trabajaba más que nadie, era un esclavo y ellos estaban de vez en cuando ociosos, sin preocupación alguna. Yo tenía de todo y ellos vivían muy justos de un salario. Al final yo reiría el último, pensaba.
Cada poco despedía a alguien por que no estaba satisfecho de su trabajo y contrataba a alguien que les sustituyera. Llego un momento en que cuando llegaba al despacho se hacia el silencio. Por fin no había chacharas ni ruido. Solo quedaba Elena de los antiguos trabajadores. Un día entró en mí despacho y me dijo. “He trabajado 8 años para usted y no quiero seguir”. La miré con sorpresa y le pregunte ¿Porque? Eres una buena trabajadora, eficiente, alegre y todo va bien. Ella me dijo. “No, no va bien, Los empleados le tienen miedo, no respeto y yo no quiero estar en un lugar con un ambiente tan negativo como el que usted proyecta”. Me quede de piedra. Le pedí que me explicara que pasaba y me contesto que no había ni una pizca de empatía en mí por las personas que estaban a mí alrededor. Pensé, ¿porque debería ellos no tienen las responsabilidades que tengo yo?
Continuó diciéndome. “A lo largo de estos ocho años le he visto con afecto debido a cambios que ocurrieron en mi vida y mi forma de ver las cosas. Usted, talvez no me hará caso pero por el tiempo que le he dedicado, quiero pedirle algo”. Le pregunte que quería con la esperanza de que no se marchase. Me dijo.” Conozco a una persona con la que me gustaría que comentase la visión usted que tiene del mundo y lo que le rodea, pídale una cita y hable con él”. Si lo hace me quedaré un poco más de tiempo para formar a mí sustituta para que haga un buen trabajo. Le dije que lo pensaría aunque tengo que reconocer que no tenía intención de hacer tal cosa. Estaba molesto por que me pusiera condiciones, ¿quién era ella? La verdad es que era la mejor trabajadora que tenía. Estaba tentado a mandarla a casa de inmediato pero no quería perder a alguien de valía. Tenía que intentar que se quedara.
Cuando pedí a mi secretaría que buscara a una sustituta para Elena, bueno se echó a llorar como una niña. Me dijo que como podía permitir que se fuera que era una persona magnifica que ayuda a todo el mundo, todos en la empresa la quieren. En los siguientes días me di cuenta que algunos empleados tenían una cara más apesadumbrada de lo habitual y vi que el ambiente de trabajo efectivamente no era el mejor. Pensé entonces que talvez Elena tenía razón, pero ¿qué hacer?. Yo hago todo lo que puedo, les doy trabajo, pago por su tiempo, mantengo a mi familia y ayudo a mis padres y que más se puede hacer…. Yo no soy su padre ni su amigo, ni puedo, ni quiero serlo.
Entonces le pregunté a Elena, quien era esa persona a la que quería que fuera a ver, ¿Es un psicólogo? ¿Me va psicoanalizar, hipnotizar? Me dijo que no, nada que ver. Que esa persona es alguien a quien se va con el deseo de abrirse a ver cosas de un modo diferente. Volví a preguntar ¿No reconsiderarías tu decisión de marcharte? Me espetó que si realmente quería que ella se quedase. “Usted tendrá que darse la vuelta como un calcetín de dentro a fuera”. Me eché a reír durante un segundo de la imagen y luego en serio le dije, iré por lo que me cuentas y prometo abrir mi mente a lo que sea que pase. Pero lo del calcetín no creo que pase. Ella se dio la vuelta medio sonriendo y salió rápido de mi despacho.
Tres años después Elena es mi mano derecha, el ambiente de trabajo en mi empresa es magnífico, hemos crecido en plena crisis y mi esposa me dijo a las pocas sesiones con él. “No te reconozco Juan, es como si te hubieran dado la vuelta como a un calcetín”. ¡Cómo me reí! Gracias Elena mil gracias. Sigo yendo cada poco a verle, te quitas lo negativo de encima y ves la vida con renovado optimismo. Con él puedes ser como realmente eres, sin máscaras, sin juicios. Libre.
Hace dos años, fui unos días por trabajo a Miami. Mi empresa tiene allí una delegación. Martha una compañera me invitó a un evento-conferencia sobre la forma en que sentimos a las personas que nos rodean. No me interesaban para nada estas cosas. Pero al alojarme en un bonito apartamento de su propiedad y con vistas al mar, me pareció descortés no aceptar. Esta decisión cambió mi vida. Leer más...
Lo que Franz nos dijo en aquella conferencia, es de esas cosas que te impactan y ya no puedes ignorar. Quise conocerle, pero había mucha gente que le rodeaba y hablaba con él. Le pregunte a mi amiga por, ¿Cómo conocerle? Me dio una guía de las conferencias y me dijo. Pide una cita y habla con él. Tome el papel de la conferencia, lo hice y bueno aún sigo yendo a verle siempre que puedo. Puedes expresarte con total libertad y confianza, es liberador.
En otro viaje de empresa. A Perú dos años antes, nos llevaron a evaluar unas zonas de prospección petrolífera en la selva. Nuestra empresa evaluaba los progresos en su recuperación medioambiental. Llegamos penosamente, entre mosquitos, calor húmedo e incomodidades. Allí visitamos una tribu y en ella había un jefe muy respetado por los suyos. El jefe de la delegación y yo nos acercamos al jefe y al brujo y mostrándoles respeto, les pedimos ayuda para nuestro proyecto.” Antes de nada tendréis que dejarme ver en vuestro espíritu y os aconsejaré en consecuencia” nos dijo el chamán. Hizo un ritual mágico y nos hizo unas preguntas, después de lo cual nos aconsejó y nos dio un amuleto. El resto el viaje fue como la seda y disfrutamos como antes no habíamos podido. La jungla, ya no la sentíamos tan incómoda y agresiva. Nos sentíamos bien y más unidos a la naturaleza que nos rodeaba.
Con Franz lo que experimenté en Perú se quedó corto, cuando entras en su mundo, estará dentro de ti y te marcará en tu forma de relacionarte con los demás. Cuando veas las cosas con tus propios ojos y las vivas con una nueva perspectiva. Querrás compartir lo mejor de ti y veras en los demás cosas que no habías visto. Con él sabes que mañana todo será mejor.
Tener la tranquilidad que necesitas al afrontar la dirección que deseas. A veces necesitas saber cuál es tu dirección previamente y en ello también hay mucha ayuda. Afrontar los retos que se presentan ante nosotros, es la primera tarea de quien quiere salir de una situación que nos tiene en incertidumbre. La ayuda puede estar en camino, tal vez por eso estas aquí.
Counseling: Trata la atención de problemas habituales en la vida cotidiana. Ayuda a prevenir y a resolver conflictos relacionados con: el alcance de objetivos personales, relaciones de pareja, habilidades para encontrar pareja, aceptación de la sexualidad propia, crisis vitales, desarrollo personal y alcanzar objetivos profesionales.
El Coaching: Ayuda a que el individuo, llegue a su interior para desarrollar sus posibilidades. Las respuestas están en su interior, tiene la persona que llegar a ellas para desarrollarse. Las habilidades sociales son fundamentales en este camino.
Escucha activa: Tiene la virtud de permitir a quien habla, a reflexionar sobre sus problemas mientras los expresa y le facilita con la guía de quien escucha la resolución de los mismos. El Listener guía al comunicante en su camino de encuentro con su realidad, necesidades y soluciones.
Habilidades sociales: Para entender lo que sucede a nuestro alrededor y como nos afecta. Comprender como podemos transmitir lo que deseamos y sentimos adecuadamente. Se necesita perfeccionar y desarrollar las habilidades sociales que están a nuestra disposición.
Mentorship o Mentoria: Es una metodología y práctica destinada a desarrollar el potencial de las personas. Está basada en la transferencia de conocimientos y en el aprendizaje a través de la experiencia. Se establece una relación de confianza entre el mentor que guía y la persona que se beneficia de esta experiencia.
Meditación inducida: Llegar a alcanzar estados de conciencia que te permitan una claridad de visión y paz interior especial. Mediante esta meditación guiada puedes encontrar soluciones, explicaciones y direcciones que necesitas. Se produce una comunicación dirigida entre el guía y el viajero para encontrar su estado de destino.
Hay muchas formas de llegar a mejorar como seres humanos. Los instrumentos para ello, deben ser juzgados por quien los experimenta. La base de ese juicio será los beneficios que obtiene de ese método. Juzgar lo que desconocemos o creemos saber, coarta la libertad y el avance de la sociedad humana. Tenemos que alejarnos de nuestros prejuicios y tener una mente abierta a todo aquello que nos ayude a crecer, comprender y avanzar.
Calle Luna Nº 6 Piso 1ºD. 28004 Madrid - España
Lun - Vier 9:00 - 19:00
Cargando...